El tema del aislamiento térmico de los edificios es relativamente nuevo. Si te interesan los datos históricos, debes saber que en 1974 nació, en algunos países europeos, la llamada caza del desperdicio. En Italia, la primera normativa energética fue la Ley 373/1976 que definía los valores máximos de pérdida de calor, más tarde derogada por la Ley 10/1991. Así pues, en Europa se empezaron a aislar buhardillas y paredes y a promover el uso de doble acristalamiento en el interior de las viviendas nuevas. También se fomentó la rehabilitación de los edificios existentes.
Durante los siguientes treinta años, el rendimiento térmico de los edificios en Italia no progresó demasiado. Hubo que esperar a la incorporación de la directiva europea 2002/91/CE con los decretos legislativos 192/2005 y 311/2006 y sus decretos de aplicación, para obtener una mejora fruto de unos límites bastante restrictivos, tanto para la nueva edificación como para algunos tipos de intervención en edificios ya existentes.
Además de la reducción en el uso de combustibles fósiles y la fluctuación de su precio, el problema de la contención energética está estrechamente relacionada con la protección del medioambiente y el cambio climático. Discutida en los años noventa, la influencia de las actividades humanas sobre el clima representa hoy en día una realidad que ya nadie puede negar.
La importancia del aislamiento térmico y los beneficios fiscales previstos para la recalificación energética de los edificios.
Sin duda alguna, la energía más limpia es la energía que no se consume. En este sentido, el aislamiento térmico representa una de las fuentes de energía más importantes de todas, ya que permite reducir el consumo de energía para la calefacción de los edificios y, por lo tanto, ahorrar en valiosísimas materias primas, además de evitar la emisión de sustancias dañinas o nocivas para el clima. como el dióxido de carbono (o anhídrido carbónico, CO2).
En Italia, los edificios constituyen, junto con el transporte, la primera fuente de contaminación antropogénica por CO2. Los edificios con un aislamiento térmico insuficiente están entre los principales responsables y cabe destacar que el 40% del consumo energético proviene de la climatización de las oficinas.
Por lo tanto, está claro por qué hoy en día todos los sistemas fiscales ofrecen concesiones para la recalificación energética de los edificios. En Italia, el Decreto de Relanzamiento (aprobado el pasado mes de julio) entre las numerosas medidas implementadas en el ámbito de la salud, el apoyo al trabajo y la economía vinculadas a la emergencia epidemiológica por COVID-19 introdujo también el Superbono 110%, una maxideducción por gastos sostenidos desde el 1 julio de 2020 hasta el 31 de diciembre de 2021 por trabajos dirigidos a aumentar la eficiencia energética y antisísmica, e instalar sistemas fotovoltaicos o infraestructuras para la carga de vehículos eléctricos en edificios.
Y aquí es donde entra en juego la fachada ventilada, es decir, una de las tecnologías de revestimiento exterior de edificios más eficaces para solucionar los problemas de protección frente a la humedad y los agentes atmosféricos, así como de aislamiento térmico y acústico.
Además, el aislamiento exterior continuo hace que la protección térmica de la fachada sea homogénea, eliminando los puentes térmicos y mejorando así la eficiencia energética del edificio: el aire que entra en la cámara de abajo hacia arriba, crea un flujo de aire eficaz para favorecer la transpiración de la fachada y la eliminación de humedades. Un ensayo realizado en colaboración con la Universidad de Bolonia demostró cómo, en verano, la fachada ventilada crea un flujo de aire en movimiento entre la losa exterior y el panel aislante, el cual permite que el aire sobrecalentado que se forma en la cámara de ventilación sea expulsado por la parte superior del edificio, reduciendo las aportaciones térmicas del exterior y realizando además una función de protección solar, absorbiendo y reflejando gran cantidad de la energía solar. En invierno, sin embargo, esta ventilación se reduce notablemente, gracias al menor delta térmico entre el interior de la cámara y el exterior. Gracias a ello, solo queda una actividad mínima de movimientos convectivos dentro de la cámara que no expulsan el calor del edificio (evidentemente, es algo que se debe evitar en el período invernal), mientras que favorecen la eliminación del vapor de agua proveniente del interior: de este modo se reduce considerablemente el fenómeno de la condensación y se eliminan drásticamente los efectos negativos de posibles penetraciones de agua con la consiguiente reducción de la cantidad de calor que sale del edificio.
Por qué revestir la fachada ventilada con gres porcelánico: 12 excelentes razones.
El gres porcelánico es una cerámica compacta particular, obtenida gracias a la mezcla de diferentes materias primas naturales (arcillas cerámicas, feldespatos, caolines y arena) que se muelen finamente hasta convertirlas en un polvo muy fino que después se prensa para compactarlo sin usar colas. Sucesivamente se pasa a la cocción, que se realiza a temperaturas muy altas (unos 1150-1250°C) durante 25-30 minutos.
Las losas de gres porcelánico son la mejor solución para recubrir fachadas ventiladas porque son más ligeras que los materiales pétreos, como la piedra o el mármol, son más resistentes y fáciles de mantener y limpiar. Además, desde un punto de vista estético, el gres permite personalizar el proyecto arquitectónico completamente, gracias a una amplia paleta de colores, a los diferentes tipos de texturas – acabados efecto madera, mármol, piedra y terracota-hormigón- y a la amplia gama de tamaños disponibles.
El uso de gres porcelánico en la pared, de conformidad con la norma UNE EN 14411: 2016 y ISO 13006: 2018, garantiza las siguientes 12 ventajas:
- Alta resistencia mecánica (módulo de ruptura ≥ 35 N/mm2);
- Alta resistencia a los choques térmicos;
- Absorción de agua extremadamente baja (≤ 0,5%);
- Alta resistencia al hielo (ningún daño);
- Baja dilatación térmica lineal (≤ 6,7×10-6K);
- Dilatación a la humedad insignificante;
- Incombustibilidad (clase A1);
- Resistencia de los colores a la luz solar y al envejecimiento;
- Resistencia a las manchas y al smog;
- Resistencia a los agentes atmosféricos;
- Ligereza y facilidad de instalación;
- Facilidad de restauración después de actos vandálicos o grafitis.
En definitiva, revestir una fachada ventilada con gres porcelánico significa revalorizar tanto el inmueble como el entorno que lo rodea, permitiendo además que la estética de cada edificio adquiera una personalidad propia y específica.